En esta sección figuran los trabajos realizados por nuestros alumnos al volver del viaje. Contiene sus impresiones, su valoración y fotografías realizadas por ellos.
El primer día de las rutas
dormimos en un hotel céntrico de Zarautz en Guipuzcoa.
En
la mañana del lunes, comenzamos visitando el pueblo de Pasaia donde conocimos
los dos barrios que dividen al pueblo: San Pedro y San Juan. Posteriormente
visitamos la Factoría Albaola, en este mismo pueblo, donde nos explicaron cómo
están reconstruyendo un ballenero del S.XVI utilizando las mismas técnicas
antiguas, también nos explicaron cómo era la vida de los náufragos y en qué
consistía su trabajo. Allí almorzamos y cogimos un bus dirección San Sebastián.
Visitamos
el museo de las Ciencias Eureka, uno de los que más nos gustó porque era muy
interesante y curioso. Al llegar, el grupo entero fuimos a un taller
tecnológico donde nos hablaron sobre la electricidad y nos hicieron varias
demostraciones, por ejemplo, como un compañero del IES María Moliner podía
transmitir electricidad a través del cuerpo estando en contacto con una lámpara
de plasma y sobre un taburete para no estar en contacto con el suelo y que no
descargara la electricidad con este, cuando el compañero tocaba a otra persona
saltaba una chispa.
También nos enseñaron cómo funcionaba una jaula de Faraday cuyo interior no conducía electricidad en cambio el exterior sí. Al acabar el taller nos dividieron en dos grupos y dimos un paseo guiado por el museo; recorrimos un laberinto de espejos que nos pareció verdaderamente divertido y gracioso.
También nos enseñaron cómo funcionaba una jaula de Faraday cuyo interior no conducía electricidad en cambio el exterior sí. Al acabar el taller nos dividieron en dos grupos y dimos un paseo guiado por el museo; recorrimos un laberinto de espejos que nos pareció verdaderamente divertido y gracioso.
Al
salir del museo, nos dirigimos a comer en el Campus de la Universidad de
Filosofía del País Vasco, dónde pudimos descansar un poco de las actividades de
la mañana. Nada más comer, subimos al bus en dirección San Sebastián, una
ciudad verdaderamente increíble, más concretamente al monte Igueldo al que
subimos mediante un particular funicular construido en 1912. Actualmente el
recinto es un parque de atracciones que funciona en días festivos y en verano.
El parque está dividido en dos plantas, ambas con unas vistas de la playa de la
Concha espectaculares. Después de un rato para tomar fotos al paisaje, pasamos a
hacer la actividad literaria, que consistía en que cada grupo debía escribir
una historia sobre un tema propuesto por las monitoras, en este caso eran todos
relacionados con balleneros, náufragos, Pasaia… y el grupo ganador recibiría
una dulce recompensa (que el equipo ganador aún espera según tenemos entendido).
Nada
más terminar la actividad, bajamos de nuevo en el funicular y dimos un paseo
hasta llegar al peine del viento, un conjunto de esculturas de acero adheridas
a los acantilados con un peso aproximado de 10 toneladas, dato curioso porque
las rocas están en medio del mar y el acceso no es muy fácil. Estuvimos un rato
disfrutando de las vistas y continuamos con las fotos.
Luego,
volvimos a coger el bus para ir al centro de San Sebastián. Allí nos dieron un
tiempo libre para visitar tiendas, hacer fotos, tomar un helado…El centro es
increíblemente precioso puesto que puedes admirar el ayuntamiento a la vez que
observas la playa. Los atardeceres en esta zona de la ciudad son magníficos.
Más tarde, dimos un paseo hasta el teatro Victoria Eugenia, donde se celebra el
festival de cine de San Sebastián y nos explicaron como se organizaba en
general.
Cogimos
el bus y nada más llegar a Zarautz cenamos e inmediatamente hicimos el
intercambio de regalos. Hemos pasado esta semana en conjunto con un instituto
de Almería, y es tradición llevar algo típico de tu tierra al otro grupo.
Nosotros les entregamos un bonito y curioso palomar de cerámica, muy típico de
castilla, así como diversos folletos, DVDs… relacionados con Valladolid y Laguna.
Ellos nos entregaron un plato con un precioso diseño y también varios folletos
relacionados con Fiñana, su pueblo.
Ángela Bocos, Ainhoa Arias y Sofía Ramírez
El
martes por la mañana fuimos a Zumaia, donde visitamos el centro de
interpretación de Algorri. Allí, primero, en la puerta del centro leímos unos
fragmentos de la obra de Moby-Dick, una vez dentro nos pusieron un video que se
hizo algo largo y visitamos una serie de salas donde nos explicaron la
formación y la importancia del Flysch.
Desde
allí fuimos a ver el flysch propiamente dicho, y como anécdota, contaremos que
por el camino nos encontramos una hoja de cannabis. Al llegar vimos cómo
estaban montando el escenario de juego de tronos, bajamos a la playa, donde nos
dieron tiempo para hacernos un montón de fotos y disfrutar del paisaje.
Después
fuimos a Bermeo donde vimos la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, que se
encuentra sobre un acantilado. Para llegar hasta allí y tocar 3 veces la
campana (que según la tradición popular da buena suerte) tuvimos que andar por
un terreno irregular por donde costaba caminar hasta llegar al inicio de las
241 escaleras que tocaba subir, a medida que subíamos el paisaje se iba
haciendo cada vez más bonito e iba compensando el esfuerzo.
Una
vez llegamos arriba, asomados a esa preciosa cornisa de piedra nos daba esa
brisa marina que hacía que Sandra pareciera un camping gas. Después de un
tiempo en el que pudimos hacernos fotos y disfrutar del paisaje tuvimos que
bajar de la ermita y volver al autobús que nos llevaría a comer.
Por
la tarde fuimos a Guernika donde visitamos el museo de la paz, nos dividimos en
dos grupos, y a nosotros nos tocó hacer primero una serie de juegos
cooperativos, que fueron muy divertidos: el primero tenía como objetivo el
conocerse unos a otros, luego realizamos unos juegos de confianza, y los dos
últimos fueron juegos cooperativos en los que teníamos que alcanzar un objetivo
común en el que nadie perdía ni ganaba.
Más
tarde fuimos a ver las salas del museo en las que explicaban el desarrollo del
bombardeo sobre Guernika durante la guerra civil. Este bombardeo destacó ya que
se hizo en un día cotidiano, esto lo pudimos ver gracias a una simulación que
nos ponía en la piel de una mujer del pueblo de Guernika que sufrió el
bombardeo un tal 26 de abril de 1937.
Después
fuimos a dar un paseo por el casco histórico del pueblo donde visitamos la casa
de juntas y vimos el árbol de Guernika y nos contaron que alrededor de él se
hacían asambleas y se aprobaban decisiones.
Luego,
nos dejaron un poco de tiempo libre donde nos compramos unos bonitos recuerdos
para la familia.
Para
terminar vimos la réplica del cuadro de Guernika (de Picasso) en azulejos y nos
hicimos una foto de grupo allí.
Después
de este día tan agotador como divertido nos fuimos a recuperar fuerzas a un
albergue, dónde apenas dormimos porque las habitaciones eran compartidas con
mucha gente.
José
Antonio de Miguel, Raúl Ortega, María García y Sandra García.
Miércoles
12 de octubre 2016
El
día comenzó con la visita del puente colgante de Getxo, una obra arquitectónica
que une Getxo con Portugalete, tiene 61 metros de altura y 160 de longitud, es
tan alto para el fácil paso de barcos de grandes dimensiones, el cual durante
la Guerra Civil fue destruido por el Ejercito del Norte para evitar el paso de
las tropas franquistas, fue reconstruido y nuevamente puesto en servicio en
1941.
El
puente contiene dos formas de atravesarle, la principal y más transitada es un
teleférico colgado por cables a ras del agua, el cual se divide en dos zonas
una para el tránsito de personal y la otra para los automóviles y las mascotas.
La otra forma de atravesarle es por arriba a pie donde se ofrece una vista de
de Getxo y Portugalete impresionante, a dicha parte se accede por un ascensor y
al otro lado del puente hay otro para poder descender.
La forma de las torres del puente recuerda a
la Torre Eiffel ya que Eiffel fue uno de los arquitectos en diseñar este
puente. Es de color rojizo ya que es un color de los minerales del hierro para
evitar la radiación térmica y con ello dilataciones más bruscas que deterioran
las piezas.
Después
de estar en el puente colgante, fuimos como a un tipo de barca con motor así
cruzando la ría del Nervión, y ya fuimos a los altos hornos de Vizcaya que se
encontraba en el Barakaldo.
La
mayoría de las instalaciones fueron derribadas y ahora solo queda algunos
edificios donde hay hornos de recalentado. Allí en un edificio una guía nos
contó que la minería caracterizó al País Vasco en plena Revolución Industrial y
fue la causa, junto con la siderurgia. Por la que hubo un gran crecimiento
económico y demográfico en esta comunidad, se fabricó acero con el que se
construían barcos y ferrocarriles.
Más
tarde fuimos a una sala donde nos sentamos todos los de la excursión y nos
mandaron escribir en un papel algo que quisieses decir a alguien, ya que ese
papel lo iba a leer en alto cuando llegase la noche en el hotel.
Después
de comer nos fuimos al museo Guggenheim, donde nos dividimos en dos grupos,
unos comenzarían dentro del museo, y otros fuera. Comenzamos dentro viendo la
exposición “la materia del tiempo” del artista Richard Serrá. La obra está
hecha de acero patinable, y consta de 8 esculturas. También dentro del museo,
vimos una exposición de cuadros de Francis Bacon llamada” de Picasso a
Velázquez”, formada por 50 obras.
Fuera
del museo vimos un conjunto de esculturas de acero inoxidable tales como la
escultura “mamá” que se trata de una araña y “el gran árbol y el ojo”, además
de Puppie, la mascota del museo, que es un perro decorado con flores.
Más
tarde nos dirigimos en autobús al casco viejo de Bilbao.
Para
finalizar el día el bus nos dejó en Bilbao/Bilbo, donde nada más bajar daríamos
un breve paseo por una especie de parque hasta llegar al Teatro Arriaga, del
cual nos explicaron que se construyó en el S.XIX en honor al compositor
bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga, que se le ha denominado como el “Mozart
español” y que era de estilo neobarroco.
Fue
en el exterior del teatro donde nos explicaron que nos dejarían tiempo libre
por la ciudad de Bilbao/Bilbo(la cual nos dijeron que era la ciudad industrial
y comercial más importante del Cantábrico, que se ha renovado sin renunciar a
sus raíces), tras realizar una pequeña actividad que consistía en preguntar a
los bilbaínos, a los residentes, sobre la propia ciudad de Bilbao/Bilbo una
serie de cuestiones culturales.
Alex-Richard
Muñoz, Marcos Garrido, Mario Lanchares,
David
Rincón y Francisco Javier Álvarez
Jueves
13 de octubre 2016
El
día comenzó en aquel hotel-albergue de Bilbao. Después de un viaje en autobús
(imprescindible para dormir) llegamos a San Vicente de la Sonsierra, un pueblo
de la Rioja. Era un día gris, con niebla, y amenazaba lluvia. El paisaje era
muy diferente al que habíamos visto en el País Vasco: en lugar de ser todo
verde, bosques entre los valles, naturaleza como de un cuento..., el paisaje
era más seco. En realidad no era seco, pero no era tan verde como en el País
Vasco. Ese día, al ver las vides y al fondo la Sierra, y con la niebla espesa,
se notó, y mucho, que habíamos cambiado de Comunidad Autónoma.
Lo
primero que hicimos fue una visita guiada a una iglesia románica, Santa María
de la Piscina. El nombre viene de antes de que se mandara construir. Un noble fue
a las cruzadas, la guerra santa. Al llegar a Jerusalén vio una piscina, y quiso
tener una igual en su tierra. La mandó construir, y años más tarde, se edificó
la iglesia encima de esa antigua piscina. En el exterior de la iglesia había
unas tumbas antiguas, labradas en la piedra. Según su forma, podía saberse en
qué siglo fueron creadas.
A
continuación, las guías nos llevaron a unos lagares rupestres. Lagar es el
lugar donde se pisaba la uva, y “rupestre” viene de que en aquellos lagares se
pisaba la uva hace siglos. Allí, Mario García, Ainhoa y Sofía Ramírez se
unieron a las guías en la tarea de pisar la uva. Después probamos el mosto,
recién exprimido.
En
particular, hay que decir que aquel día el suelo estaba un tanto embarrado, y
como estábamos en el campo, nos manchamos los zapatos y los bajos de los
pantalones.
Cabe
destacar que lo último que hicimos en San Vicente de la Sonsierra fue visitar
un dolmen, que es un lugar bajo tierra donde se enterraba a los muertos.
Obviamente no entramos en el dolmen (era demasiado estrecho y pequeño, no es
como unas catacumbas), lo vimos desde fuera. Allí nos explicaron que dentro del
dolmen había unos 60 esqueletos, pero que estimaban que en un principio habría
en torno a 100 enterrados. Esta pérdida de cadáveres se debe a la forma del
dolmen: era un dolmen de corredor. Esto significa que para entrar al dolmen
había que pasar primero por un corredor estrecho. Con el tiempo, el ganado fue
destruyendo este corredor, y los cadáveres allí situados fueron desperdigados por
los campos. Esto explica por qué se encuentran todavía tibias entre las vides.
Después
de visitar este pueblo, fuimos a Briones. Allí visitamos el museo del vino.
Como éramos un grupo de jóvenes, decidieron (los guías del museo) hacer una visita diferente. Nos pusimos por parejas, y dieron un antifaz a cada pareja. De esta manera uno de los dos compañeros era guiado por el otro. Además, el compañero que no llevaba el antifaz debía ir describiendo al otro todo lo que veía.
Como éramos un grupo de jóvenes, decidieron (los guías del museo) hacer una visita diferente. Nos pusimos por parejas, y dieron un antifaz a cada pareja. De esta manera uno de los dos compañeros era guiado por el otro. Además, el compañero que no llevaba el antifaz debía ir describiendo al otro todo lo que veía.
Por
la tarde fuimos a San Millán de la Cogolla, un pueblo donde se encuentran los
monasterios de Suso y Yuso. Allí nos dividimos en tres grupos, debido a que la
visita del monasterio de Suso debía ser en grupos pequeños, por motivos de
conservación.
Nuestro
grupo fue el primero en subir al monasterio de Suso. Tuvimos que esperar
durante media hora a que llegara el microbús que nos tenía que llevar al
monasterio. Este se encontraba en la falda de una montaña, en una sierra. Allí,
la vida monástica había empezado en unas cuevas, hace muchos siglos. A medida
que fue pasando el tiempo, el lugar fue cambiando hasta convertirse en lo que
es hoy: un monasterio construido en cuatro “estilos” diferentes.
Después
bajamos de la montaña y fuimos al monasterio de Yuso. Allí era todo totalmente
distinto: mientras que en la montaña el espacio era muy reducido, allí el
monasterio era casi del tamaño de una catedral. El lugar fue declarado
patrimonio de la humanidad por unos manuscritos que se conservan allí. En ellos
se encuentra un texto en latín. A los lados, en los márgenes, hay escritas unas
notas, aclaraciones, en castellano y euskera. Son las palabras escritas en
estos dos idiomas más antiguas que se conocen a día de hoy. En el monasterio de
Yuso hicimos un taller de escritura. Consistía en escribir nuestra inicial al
estilo medieval: con cáñamo y tinta. Fue muy divertido y a la vez original.
Finalmente,
para concluir el día, fuimos al pueblo donde pasaríamos la noche, Santo Domingo
de la Calzada. Primero dejamos las maletas en el hotel, y luego fuimos a
visitar el pueblo.
Lo
primero que hicimos fue visitar la catedral del pueblo por donde, por cierto,
pasa el camino de Santiago. Luego nos dejaron tiempo libre para visitar la
localidad. Lo primero que hicimos todos fue ir a una tienda de gominolas. Creo
que los dependientes nunca habían visto a tanta gente en su tienda. ¡Es que
éramos muchísimos! Tú imagínate: 50 chavales que no han comido gominolas
durante varios días. ¡Eso fue como un aprovisionamiento antes del invierno!
Más
tarde volvimos al hotel para cenar. La cena consistía en un plato de judías
verdes con patatas y otro plato de huevos fritos con jamón serrano. La cena
estuvo exquisita. Después de la cena subimos a nuestras habitaciones. No eran
lujosas, pero estaban bastante bien.
En
conclusión, nos quedó un buen día y nos lo pasamos genial.
Daniel Sanz, Rodrigo Lázaro, Javier de la Sierra
y Mario García
Viernes
14 de octubre 2016
Ya
llegó el viernes, nuestro último día de rutas antes de volver a Laguna. La
noche anterior dormimos en Santo Domingo
de la Calzada, un pueblo muy bonito y acogedor. Por la mañana nos levantamos a
las siete. Después de preparar las
maletas y el resto de las cosas, ya que
no volveríamos a ese hostal, bajamos a
desayunar y a la hora de queda, nos
reunimos en el hall para ir al autobús.
Salimos
a primera hora de la mañana, hacia las 8:00 h. Teníamos la visita a un museo de
fungiturismo. Vimos las distintas salas y el guía nos fue explicando varias
cosas sobre el reino fungi y sobre los hongos, fue bastante interesante.
Después pudimos ver las salas en las que hacen crecer los champiñones que se hacen allí mismo a través de un través de un proceso muy estudiado.
Después pudimos ver las salas en las que hacen crecer los champiñones que se hacen allí mismo a través de un través de un proceso muy estudiado.
Después
de almorzar por allí volvimos al autobús para ir al Museo Cretácico de
dinosaurios, El Barranco Perdido.
Aprendimos cosas sobre diferentes tipos de dinosaurios y vimos un pequeño vídeo en 3D que explicaba
cómo vivían los dinosaurios del Cretácico en esa zona de La Rioja. Después de
ver el museo por dentro salimos al exterior donde se encuentran los yacimientos
de huellas fósiles de dinosaurios y estatuas a tamaño real. Fue bastante
interesante verlo ya que es algo muy difícil de encontrar y mantener.
Es
una pena que muchas veces no se apoye económicamente el cuidado de estas cosas,
los yacimientos no estaban protegidos y las figuras estaban un poco
deterioradas.
Al
acabar la actividad volvimos al autobús para ir a comer. El restaurante estaba
muy bien y la comida nos gustó mucho. Ya por la tarde hicimos una ruta
caminando ocho kilómetros hasta llegar a
unas pozas termales en Arnedillo donde pudimos bañarnos.
El paseo vino muy bien para hablar y relajarnos, ya que era el último día. El camino era fácil y llano, con bonitas vistas.
El paseo vino muy bien para hablar y relajarnos, ya que era el último día. El camino era fácil y llano, con bonitas vistas.
Después
del baño, tuvimos un rato libre por el pueblo. Volvimos al autobús siguiendo
nuestra ruta, esta vez alejándonos un poco más, hacia el hotel El Villar de Corella, en la
Comunidad Foral de Navarra. Al llegar repartimos las habitaciones y nos
instalamos.
La
cena nos gustó mucho. Después estuvimos en una sala del hotel, y como dos días
atrás Vicky y Elena sortearon unos libros de autores vascos entre todos. Hicimos
de nuevo una actividad que ya habíamos hecho otros días, escribiendo y leyendo
notas anónimas entre nosotros y fue bastante gracioso. Pusimos música, y cosas
de picar y beber. Hasta hubo quien se animó a bailar. Más tarde llegó la hora
de subir a las habitaciones, dejar las cosas preparadas para la vuelta a casa y
descansar, aunque como todos los días alargamos unos ratillos de charla.
Ana
Manuel Muñumer, Paula Vicente Peña, Iris Martín Ortega.
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